Quiero ser…

No quiero ser sólo testigo de tu felicidad, quiero ser partícipe de ella. Y no sólo quedarme ahí, expectante, a ver cómo la vida se manifiesta en ti.

No quiero verme al espejo al final del día y sentir que, aún con todo, no pude hacerte sonreír. Ni tampoco quiero ser ese sujeto que se quede pensando si realmente habrá sido lo suficientemente fuerte como para proteger tu vínculo conmigo.

Quiero dejar de dudar, dudar si seré merecedor de ti, si seré el indicado para ti. Y dejar de llenar la mente hasta desbordarse de preguntas.

Quiero dormir tranquilo, sin atormentar el sueño por querer saber si habré hecho algo que te hiciera daño. Quiero dejar de pedir perdón, de disculparme, de frustrarte con mis exigencias y mis preguntas.

Quiero interesarme por ti, saber lo que piensas, lo que sientes. Y que deje de ser tan difícil escuchar la verdad saliendo de tu garganta.

Quiero dejar la debilidad, dejar de sentirme pequeño. Dejar de luchar con la idea de que un hombre siempre debe ser fuerte. Ceder en la batalla por la supremacía.

¿Cómo ser para ti el mejor?

Quiero dejar de sentir tristeza. De esa que se adueña del pensamiento y nubla el juicio. De esa que endurece la crítica para mí.

Y también quiero dejar de ser tan duro conmigo mismo, siendo yo el que me tropieze con mis propios pies.

No quiero ser un individuo que se encierre en su conciencia. No quiero dejar de expresarte lo que siento, por muy confusa que parezca mi experiencia.

Y sé que no siempre habrá respuestas, y sé que no puedo exigir lo que no doy. No quiero que mis palabras se traduzcan en peticiones ni que se vuelvan exigencias.

Sólo que no desistas, y que aún con todo, decidas quedarte.

Pero no te quedes si ya no soportas más, ni te quedes si consideras que me equivoqué.

Quiero ser…